EUSKERA
El suero antialacránico, tiene su origen en el trabajo de dos científicos duranguenses: Carlos León de la Peña e Isauro Venzor. Estos investigadores comenzaron a experimentar en un laboratorio ubicado en la esquina de las calles Juárez y Gabino Barreda, así como en el antiguo Hospital Militar, que hoy alberga un Hospital Materno Infantil. Su dedicación y esfuerzo llevaron al desarrollo de un antídoto que ha salvado millones de vidas en México y el mundo.
Ante la creciente necesidad de un tratamiento efectivo, León de la Peña y Venzor decidieron actuar. A través de un riguroso proceso de investigación, extrajeron veneno de alacrán y trabajaron en su purificación, buscando crear un suero capaz de neutralizar los efectos tóxicos. Tras años de experimentación, lograron producir un antídoto que no solo resultó eficaz, sino también accesible para las comunidades más necesitadas.
A nivel internacional, el suero antialacránico ha sido ampliamente reconocido y utilizado en diversas naciones donde las picaduras de alacrán son un problema de salud pública. Gracias a este antídoto, muchos países han mejorado su capacidad de respuesta ante emergencias, y la labor de León de la Peña e Isauro Venzor se ha convertido en un referente en la medicina. Su trabajo ha demostrado que la investigación científica local puede tener un impacto significativo en la salud mundial.
Sin embargo, a pesar de sus logros, la falta de reconocimiento en Durango es notoria. Pocos conocen la historia de estos científicos y su contribución vital a la salud pública. Este silencio plantea un reto, ya que la comunidad tiene la responsabilidad de honrar y recordar a quienes han trabajado incansablemente por el bienestar de los demás. La falta de visibilidad de su legado es un recordatorio de que, a menudo, los grandes logros en la ciencia pueden pasar desapercibidos en su propio entorno.
Es fundamental que Durango rinda homenaje a Carlos León de la Peña e Isauro Venzor por su invaluable aporte a la medicina. Reconocer su trabajo no solo es un acto de justicia, sino también una oportunidad para inspirar a futuras generaciones de científicos, para que su historia continúe inspirando a quienes buscan hacer la diferencia en el mundo.