Pancho Franco, de 39 años, tejió su campaña bajo un modelo poco usual en la política duranguense: contacto directo, mucho kilometraje por los barrios y colonias, sin estructuras partidistas pesadas, ni grandes aparatos de operación electoral.
VICEVERSA
Por Saúl Macías
Hasta hace apenas unas semanas, pocos habrían apostado que Francisco “Pancho” Franco se convertiría en el protagonista inesperado de la elección municipal en Durango capital. Sin embargo, los resultados preliminares del PREP, al cierre de la jornada del 1 de junio, han dibujado un nuevo mapa político: Franco, candidato de Movimiento Ciudadano, alcanzó el 27% de los votos, ubicándose siete puntos porcentuales por encima de José Ramón Enríquez, el abanderado de Morena, quien hasta entonces parecía tener asegurado el segundo lugar.
El ganador formal de la contienda fue José Antonio Ochoa, de la alianza PAN-PRI, quien retuvo la alcaldía con un sólido 47% de los sufragios. Pero el verdadero dato político de la noche lo aportó Movimiento Ciudadano: por primera vez en Durango, la fuerza naranja superó, por separado, la votación histórica de los dos partidos tradicionales de derecha e izquierda. Un resultado sin precedentes en el contexto local.
Pancho Franco, de 39 años, tejió su campaña bajo un modelo poco usual en la política duranguense: contacto directo, mucho kilometraje por los barrios y colonias, sin estructuras partidistas pesadas, ni grandes aparatos de operación electoral. Su discurso, centrado en escuchar a los votantes, le permitió captar causas muchas veces ignoradas por los partidos mayoritarios: la defensa del medio ambiente, el fortalecimiento del comercio local, los derechos de los animales, el transporte público y la calidad de vida urbana. Temas que, aunque no dominan los grandes debates nacionales, son profundamente sensibles en la cotidianidad de buena parte del electorado joven, universitario y clase media emergente.
Además, Franco logró capitalizar un creciente desencanto con la política tradicional. El desgaste del PRI, que gobierna el estado en alianza con el PAN, y las divisiones internas de Morena, que apostó por un perfil controvertido como el de José Ramón Enríquez, abrieron espacio para que MC emergiera como la alternativa fresca, incluso para votantes tradicionalmente abstencionistas o indecisos.
No faltaron, durante la jornada, las denuncias por compra de votos y presiones clientelares, particularmente en sectores controlados por los bloques históricos. A pesar de ello, el buen desempeño de Movimiento Ciudadano refleja algo más profundo: un nuevo actor político ha entrado en escena con credenciales de competitividad real. No es casualidad que varios analistas locales ya empiecen a hablar de Pancho Franco como una figura a observar de cara a la sucesión estatal dentro de tres años.
Durango, que durante décadas ha girado entre los polos del PRI y el PAN —con incursiones más recientes de Morena—, parece haber abierto una tercera vía, al menos en el plano urbano. Movimiento Ciudadano, que hasta ahora era testimonial en el estado, ha demostrado capacidad de crecimiento con una campaña austera, pero bien estructurada.
Más allá de los porcentajes, el resultado de este domingo refleja una reconfiguración generacional, de agenda y de método. El fenómeno Pancho Franco no sólo es un triunfo personal, es el síntoma de un electorado que comienza a demandar nuevas narrativas, causas distintas y liderazgos menos anclados a las viejas fórmulas.
De aquí a 2028, cuando Durango elija de nuevo gobernador, las alianzas y los liderazgos tendrán que repensarse. Y en esa ecuación, lo logrado por Movimiento Ciudadano en esta elección municipal ya tiene reservado un lugar relevante.
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