Fotografías del año 2001 revelan que los mismos modelos de autobuses siguen circulando en la capital duranguense. Mientras la tarifa aumenta, las unidades envejecen, contaminan y siguen bajo el control de sindicatos que operan como mafias, enriqueciéndose a costa de un servicio deficiente.
EUSKERA
Durango, Dgo.— La página de Facebook Urbanos Durango compartió recientemente una serie de fotografías tomadas en 2001, donde aparecen autobuses del transporte público urbano. Lo inquietante no es su antigüedad, sino el parecido casi exacto con las unidades que hoy continúan circulando. Dos décadas después, Durango parece detenido en el tiempo, atrapado en un sistema de transporte ineficiente, contaminante y controlado por intereses que nada tienen que ver con el bien común.
Lo que estas imágenes revelan no es nostalgia: es evidencia de un estancamiento provocado por el poder que durante años han ejercido los sindicatos del transporte. Más que gremios, operan como mafias que impiden cualquier intento de modernización. Su prioridad no es mejorar el servicio, sino mantener los privilegios de unos cuantos. Mientras los ciudadanos viajan en unidades destartaladas, ellos se enriquecen con una estructura opaca, ajena a la transparencia y a la rendición de cuentas.
La tarifa del transporte público ha aumentado de forma sostenida, pero las condiciones de las unidades son las mismas —o peores— que hace veinte años.

Juan Pedro Mercado, dirigente del Sindicato de Choferes de la CTM, ha reconocido que existe un rezago de al menos ocho años en la actualización de rutas. Sin embargo, más allá de los discursos, los sindicatos han sido un obstáculo constante para cualquier intento de reforma estructural. Quienes se atreven a proponer un nuevo modelo —incluso desde el Congreso— se enfrentan a presiones, bloqueos y amenazas.
El impacto ambiental también es grave. El transporte público es una de las principales fuentes de contaminación del aire en la ciudad, especialmente durante el invierno, cuando el humo de las unidades viejas agrava las enfermedades respiratorias.
En redes sociales, las imágenes de Urbanos Durango se han viralizado con comentarios que mezclan nostalgia, indignación y hartazgo. Porque en Durango, los camiones de hace 20 años no son reliquias: son el reflejo de una ciudad que no avanza, retenida por quienes lucran con el atraso.
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