Durango: cuando Hollywood habló español

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Durango fue durante décadas uno de los principales centros de producción cinematográfica en México. Su geografía y arquitectura atrajeron a cineastas de todo el mundo, y su memoria fílmica es hoy motivo de rescate. Esta crónica explora los orígenes, el apogeo y el presente de una tierra donde el cine sigue buscando su lugar.

SAÚL MACÍAS

Durango, Dgo.- La historia del cine en Durango no comenzó con actores ni reflectores. Comenzó con un tren. Era agosto de 1897 cuando una cámara —operada por enviados de Thomas Alva Edison— fue instalada frente a la estación del ferrocarril en la ciudad de Durango. Filmó apenas unos segundos: un tren avanzando, hombres con sombreros de ala ancha observando, mujeres con canastas, el polvo en el aire. Aquel breve registro, titulado La llegada del tren a Durango, no solo fue una de las primeras filmaciones realizadas en México, sino también la puerta de entrada del cine al norte del país.

LA ÉPOCA DORADA

Con el paso de las décadas, Durango pasó de ser objeto de curiosidad documental a transformarse en uno de los sets más codiciados por la industria cinematográfica. A partir de 1954, las grandes productoras de Hollywood comenzaron a llegar atraídas por algo más que su belleza: el estado ofrecía paisajes inigualables, infraestructura discreta, y la promesa de autenticidad.

Clint Eastwood en Durango, año 1969. Foto: Especial.

Más de 215 películas se han filmado en Durango desde entonces. Entre las más emblemáticas destacan:


– The Treasure of the Sierra Madre (1948), con Humphrey Bogart
– The Magnificent Seven (1960), con Steve McQueen y Yul Brynner
– The Wild Bunch (1969), dirigida por Sam Peckinpah
– Cabeza de Vaca (1991)
– Los Caifanes (1967), con Enrique Álvarez Félix
– La Ley de Herodes (1999)
– La Dictadura Perfecta (2014)
– The War Wagon (1967), con John Wayne y Kirk Douglas
– Compañeros (1970), con Franco Nero

Durango se volvió sinónimo de western. Locaciones como Chupaderos, La Joya y Pueblo Viejo se convirtieron en pueblos del viejo oeste, y miles de duranguenses hicieron fila como extras para aparecer a caballo o en tabernas improvisadas.

DESFILE DE ESTRELLAS

En aquellos años, caminar por el centro histórico podía llevarte a cruzarte con leyendas. Clint Eastwood fumando su puro en una cantina; John Wayne saludando niños en la plaza; María Félix mirando al horizonte entre toma y toma.

También filmaron aquí Pedro Armendáriz, Anthony Quinn, Dolores del Río, Jack Nicholson y Charles Bronson. En años recientes, han pasado por el estado Kevin Spacey, Damián Alcázar, Joaquín Cosío y Luis Estrada, quien ha regresado varias veces a grabar sus sátiras políticas en esta tierra de contradicciones.

EL APAGÓN Y EL SILENCIO

Pero el auge no fue eterno. El paso del tiempo, la falta de incentivos fiscales, el cierre de estudios, y la competencia de otras regiones provocaron un paulatino abandono de las grandes producciones. Las locaciones se deterioraron, y el recuerdo de aquellos años dorados comenzó a borrarse del imaginario colectivo.

Aun así, Durango no se resignó al olvido. En los últimos años, se ha consolidado una generación de cineastas, actores y gestores culturales locales que buscan revivir esta herencia con una mirada más propia, menos foránea y más social.

PUNTO CINE: RESCATAR LA MEMORIA DESDE EL PRESENTE

Como parte de ese esfuerzo, el Gobierno del Estado inauguró en febrero de 2025 el museo Punto Cine Durango, con una inversión superior a 18.9 millones de pesos. Este espacio, ubicado en el corazón del centro histórico, ofrece una experiencia interactiva en nueve salas de exhibición que recorren 70 años de historia fílmica.

Museo Punto Cine, inaugurado en abril de este año. Foto: Facebook.

Hay desde vestuarios originales usados por John Wayne, hasta fragmentos de cintas mexicanas de culto. También una sala dedicada al cine duranguense contemporáneo, donde los visitantes pueden ver cortometrajes locales, experimentar efectos especiales o sentarse en una réplica de un set de western.

UN NUEVO CINE

Además del museo, el estado ha impulsado festivales como el Durango Festival de Cine Mexicano, ha ofrecido apoyos a realizadores emergentes y ha fortalecido la Comisión de Filmaciones. En redes, se multiplican los canales y cuentas que rememoran escenas, rescatan locaciones olvidadas y cuentan historias de quienes hicieron del cine su oficio.

La esperanza no está solo en traer de vuelta a Hollywood, sino en hacer de Durango una capital cultural y audiovisual desde adentro.

Hoy, si uno camina por las calles de Durango, aún puede ver rastros de aquel esplendor: fachadas que alguna vez fueron “saloons”, caminos polvorientos que vieron cabalgar a Eastwood, jóvenes con cámaras buscando nuevas tomas. Durango no solo fue escenario. Fue protagonista. Y como en toda gran película, su regreso está anunciado.

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