El alcalde de Chilpancingo fue asesinado apenas una semana después de asumir el cargo. Tres días antes le quitaron la vida a su secretario general.
EUSKERA
Chilpancingo, Guerrero.- La violencia en el estado de Guerrero alcanzó nuevos niveles de horror. Alejandro Arcos, alcalde de Chilpancingo, fue asesinado este domingo, solo tres días después del homicidio de su secretario general, Francisco Tapia. Ambos funcionarios habían asumido el cargo el pasado lunes como parte del nuevo Gobierno local del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El jueves pasado, Arcos habló en los medios nacionales y locales, expresando su consternación tras el asesinato de Tapia: “Es muy doloroso, muy lamentable. Exigimos justicia para que este crimen no quede impune”. Sin embargo, la trágica realidad golpeó nuevamente, y el propio alcalde fue hallado decapitado, con su cabeza abandonada sobre el techo de una camioneta blanca y su cuerpo en el asiento del conductor.
PIDIÓ PROTECCIÓN Y LO IGNORARON
El día de su asesinato, Arcos había estado visitando las zonas más afectadas por las recientes lluvias e inundaciones que han azotado a Guerrero. Horas antes de su muerte, había solicitado protección a la gobernadora del estado, Evelyn Salgado, en el programa de noticias de Ciro Gómez Leyva, donde enfatizó que su administración colaboraría con los gobiernos estatal y federal para abordar tanto los daños causados por el huracán ‘John’ como la grave crisis de seguridad que enfrenta la región.
GUERRERO, INGOBERNABLE
Chilpancingo, uno de los estados más empobrecidos y olvidados de México, se encuentra sumido en una espiral de violencia, con batallas constantes entre grupos criminales por el control del territorio. El asesinato de Arcos es un reflejo desgarrador de la descomposición social y la impunidad que ha caracterizado a Guerrero en los últimos años.
La comunidad se encuentra en estado de shock y clama por justicia, mientras las autoridades se enfrentan al reto urgente de restaurar la seguridad en una región donde el miedo y la incertidumbre han tomado el control. Este nuevo episodio de violencia resalta la precariedad en la que operan los líderes locales y la necesidad imperiosa de acciones efectivas que frenen esta ola de criminalidad.
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