María, otro feminicidio que pudo evitarse: el rostro de un sistema que no protege

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VICEVERSA

Saúl Macías

María Guadalupe Elizalde no solo fue víctima de un feminicidio. Fue, como tantas otras, víctima de un sistema judicial que permite que los agresores reincidan, de tribunales que liberan a quien debería estar tras las rejas, de un aparato que falla cuando más se le necesita. Su historia no comienza con el día en que fue asesinada, sino mucho antes, cuando la justicia le falló a otra familia.

Este lunes, la imagen de Manuel “N” —presunto responsable del feminicidio de María Guadalupe— comenzó a circular en redes sociales. No tardaron en llegar los comentarios de indignación, pero uno en particular modificó la conversación. “Nunca pensé que conocería la cara del que me quitó a mi papá porque de nuevo volvió a dañar a una familia”, escribió una joven en su perfil de Facebook. Según su testimonio, el mismo hombre que hoy es señalado por matar a María Guadalupe, fue también quien asesinó a su padre años atrás. Y, sin embargo, salió libre. “Solo espero que esta vez nadie lo ayude a salir antes, como lo hicieron en el caso de mi papá”, suplicó.

Su comentario fue compartido por decenas de usuarios. Entre ellos, un joven que dijo ser primo de María Guadalupe: “Ni tu papá, ni mi prima se merecían ser víctimas de este perro maldito. Ojalá y lo encontremos”. No es solo la furia, es el duelo repetido. Un rastro de sangre que pudo evitarse si el sistema hubiera hecho su trabajo.

La tragedia ocurre justo cuando el Poder Judicial de Durango se encuentra bajo la lupa. El Tribunal Superior de Justicia del Estado será renovado en 49 cargos clave. Sin embargo, la elección carece de competencia real: para cada puesto hay un solo candidato. En un contexto de creciente desconfianza institucional, esta renovación cerrada es duramente criticada a nivel nacional. ¿Cómo confiar en un sistema que se autoperpetúa, mientras permite que los agresores sigan cobrando vidas?

Cada crimen que se repite es una deuda acumulada. Cada agresor libre es un fracaso del Estado. María Guadalupe ya no podrá contarlo, pero el país entero debería preguntarse cuánto más puede soportar un sistema podrido y negligente que privilegia al culpable y deja en la orfandad a las víctimas.

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